Aquest article assenyala la creixent distància
existent entre la saviesa convencional dels establishments econòmics, financers
i polítics espanyols, reproduïda i promoguda en els mitjans de major difusió
del país, i l’opinió popular expressada en enquestes, entre altres mitjans.
Tal
distància reflecteix una conscienciació creixent per part de la majoria de la
ciutadania espanyola de l’escassa capacitat de resposta de l’establishment
polític a les seves necessitats, percebent a aquest establishment com un mer
portaveu del poder econòmic i financer nacional i internacional. Això determina
el desenvolupament d’una cultura i uns circuits d’informació diferents i
alternatius dels identificats amb aquests establishments, havent-se creat una
opinió popular diferent, i de vegades oposada, a la que aquells establishments
intenten imposar amb els seus mitjans afins.
La
crisis de las instituciones del establishment español
Nunca
antes, durante el periodo democrático, habíamos visto una mayor distancia entre
la opinión dominante de los establishments políticos, económicos y financieros
del país (reproducida en la sabiduría convencional promovida por los medios de
mayor difusión, bien radiotelevisivos, bien escritos –los grandes rotativos-) y
la existente entre la gran mayoría de la población. Esta distancia está creando
un enorme problema de legitimidad para las instituciones políticas
representativas, pues la mayoría de la ciudadanía considera que las políticas
llevadas a cabo por tales instituciones no responden a sus intereses,
expresando, por lo tanto, su desacuerdo. Así, según la última encuesta
Metroscopia para El País, la gran mayoría (el 73%) rechaza la reducción de las
prestaciones sanitarias, incluyendo los recortes de gasto sanitario (este porcentaje
incluye también el 58% de los votantes del partido gobernante, el PP). Otras
encuestas señalan también la oposición a los recortes de las transferencias y
otros servicios públicos del Estado del Bienestar, así como a elementos
importantes de la reforma laboral, incluyendo la facilidad del despido y el
sesgo pro empresarial de la reforma. También muestran animosidad hacia la
política de desahucios llevados a cabo por la banca. En cada una de estas
políticas públicas la opinión de la sabiduría convencional del establishment
político y mediático ha sido favorable a su implementación y desarrollo,
contrastando tal actitud con la actividad claramente desfavorable hacia ellas
por parte de la mayoría de la población. En realidad, este contraste alcanza niveles
sorprendentes cuando la mayoría de la población (con mayorías incluso entre los
votantes del PP) apoya medidas como el establecimiento de bancas públicas (el
52% de la población está a favor mucho o bastante, contra el 27% que está poco
o nada a favor. Entre los votantes del PP -según la última encuesta Metroscopia
para El País-, el 46% está a favor y el 31% en contra -), que casi nunca se han
discutido ni en los mayores medios de difusión ni en los fórums de mayor
incidencia en las instituciones representativas, como en las Cortes Españolas.
Todos
estos datos señalan la existencia de circuitos alternativos a los del
establishment político y mediático, que contribuyen a desmitificar la sabiduría
convencional promovida por tales establishments. Tales circuitos presentan
alternativas que apenas se han discutido en aquellos forums del establishment.
Aparecen así dos Españas: una, la España del establishment que está perdiendo
credibilidad y legitimidad, y otra España alternativa, todavía poco
configurada, que se moviliza en protesta, en la que los movimientos sociales
–como el 15-M- y los sindicatos juegan un papel clave. Estos movimientos son
frecuentemente presentados maliciosamente por los órganos del establishment
como anti-sistema o anti-sociedad, asumiendo erróneamente que ellos mismos –los
establishments- son los que representan a la sociedad, identificando sistema
económico y sociedad como conceptos idénticos. En realidad, es el establishment
el que está desacreditando y deslegitimando la democracia española, pues su
comportamiento, imponiendo unas políticas públicas que no estaban presentes en
los programas electorales de los partidos gobernantes, está destruyendo la
legitimidad de tales instituciones. De ahí que sean los movimientos sociales y
los sindicatos los que son movimientos auténticamente prodemocráticas que
desean terminar con la instrumentalización de las instituciones democráticas
(que los sindicatos y movimientos sociales, de hecho, jugaron un papel clave en
su establecimiento) actualmente subordinadas a los intereses financieros y
económicos a los cuales nadie ha elegido. Es el establishment el que es
antidemocrático y anti-sistema, habiendo usurpado un poder que no les
corresponde. No es de extrañar que la figura del gobierno PP más identificada
con tales políticas, el Sr. Luis de Guindos, ministro de economía, sea el
ministro peor valorado del gobierno ¿Con qué legitimidad democrática puede el
Sr. Luis de Guindos ir proponiendo e implementando políticas tan impopulares
que no fueron aprobadas en ningún comicio electoral y que gozan de tan poca
confianza entre la población?
Ni
que decir tiene que el establishment es plenamente consciente de sus enormes
vulnerabilidades y de ahí su deseo de atemorizar a la población con la
reducción de libertades civiles y políticas, criminalizando la resistencia
pasiva, identificándola como violencia. En realidad, desde Martin Luther King
hasta Gandhi, la experiencia histórica muestra que es precisamente tal
resistencia pasiva la alternativa a la violencia, la cual se está
deliberadamente estimulando con las medidas represivas y reducción de
libertades cívicas a fin de desacreditar tales movimientos. La violencia, tanto
la de los elementos descontrolados, como por parte del Estado, es profundamente
reaccionaria, y sirve al propósito de mantener un sistema cuya
representatividad y legitimidad se está reduciendo rápidamente.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada